Deseos, ¿Qué son los deseos?
¿Serán acaso escapes de la realidad que difiere a nuestros sueños o pensamientos?, ¿Es acaso la representación exacta de lo que queremos que difiere de actual? ¿Un simple escape? ¿Una satisfacción?
Sea lo que sea, los deseos carnales del ser humano son aquellos que lo vuelven a uno loco, que no lo dejan pensar en consecuencias, circunstancias, motivos o razones aparentes.
El solo inicio del tacto, del gusto, del olfato, del oido o de la vista hacia alguno de nuestros deseos es capaz de hacernos desbordar nuestras pasiones, traicionar ideales, personas o situaciones; de vender nuestra propia alma.
Pero, ¿Qué son los deseos?
¿Una sensación, una hora, un suspiro? ¿Un alter ego una doble vida?
¿Es el deseo acaso una noche nada más?
Me agrada la idea de que fuere una noche nada más. Algo que queda guardado en lo profundo de la menta entre un juego de palabras y una situación preestablecida por un juego de la mente para que suceda sin que uno se diera cuenta; una noche planeada sin organizar nada; una noche de suspiros y susurros; una noche para jugar con la oscuridad de la habitación.
Hay deseos prohibidos y esos son los que más nos tientan. ¿Acaso será que la palabra prohibido hace más atractivas las cosas?
No sabría entonces que una noche pudiera ser la definición de los deseos; pero me agrada pensar que solo por esta noche, los deseos podrán ir a rienda suelta para al final quedar amarrados en lo más profundo de mi pensamiento porque, desear algo prohibido, es desear algo que posiblemente no deba ser tuyo o que es ya de alguien más.
Una noche, un deseo; el punto de no retorno pero no para dar marcha atrás sino para guardar y olvidar todo lo que ha pasado, vive y por solo una noche pierde tu defensa contra los deseos, porque al final los deseos son una noche y los ideales son para toda la vida.
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