Recostado en la cama el guerrero supo que iba a morir.
Era un hecho, era algo destinado desde el momento de su nacimiento pero era algo que poco había aceptado y que jamás había aceptado; era una suposición lejana a pesar de lo cerca que estaba el hecho.
No se encontraba gravemente herido, no tenía más que rasguños del último entrenamiento; no se preparaba para la guerra, ni siquiera para una batalla o un combate. Ni siquiera un mísero duelo.
Pero iba a morir. Apenas lo supo, apenas, apenas... lo acepto. Sin lágrimas calladas o llantos desconsolados, sin despedidas, sin el beso de su amada, sin el abrazo de la familia, sin nada; lo aceptó, él iba a morir. Era un hecho innegable e irrefutable, algún día iba a morir; podia ser hoy, podría ser mañana, en la noche o al amanecer, mientras veía la luna o al cerrar los ojos a media día.
Él iba a morir y lo aceptó. Irónicamente su cuerpo se sintió más tranquilo, su mente entro en calma y miro su bastón.
"¿En unos años o en unos segundos?" se dijo a sí mismo.
(Un fuerte suspiro).
Irónicamente, la negación a la muerte era esa íncómoda molestia que no le permitía seguir vivo.
¡Aplausos! Gran post mi estimado
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